sábado

Siempre me gustaron los malos



“A la semana Ferrari vio que él tenía razón: el ladrón no se había detenido, había cambiado de táctica. Ahora robaba en las últimas horas y en lugares más o menos neutrales. Como no todos salían al mismo horario los controles se complicaban y, además, se llevaba cualquier cosa: las cucharitas, las tazas, el jabón, el café, los pads, las bombitas de luz, las toallitas de papel del baño de las mujeres y las del de los hombres, el azúcar, los tapones de goma de las patas de las sillas. Algunas cosas eran tan insólitas que descubrían su falta tres o cuatro días más tarde, luego de hacer mucha memoria para poder saber quién las había usado por última vez.”

Fragmento de Siempre me gustaron los malos.
Incluido en Breviario de furias, Santiago Arcos editor, 2011.




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